martes, 2 de agosto de 2011

BETTY ANNE WATERS

Betty Anne Waters es el modelo de superación basada en la testarudez de una mujer asida a sus propias convicciones. Su pasado, la familia, y los sentimientos tejieron una red en el corazón de Betty que la hicieron ser quien es (no obstante el personaje del film está basado en hechos reales). Y es que Betty Anne (Hilary Swank), ve cómo su hermano Kenny, un bala perdida sobriamente interpretado por Sam Rockwell, es encarcelado por las autoridades locales acusado de un brutal asesinato.

A partir de ahí, la vida de Betty Anne, convencida completamente de lo injusto de la sentencia, se centrará única y exclusivamente en lograr la puesta en libertad de su hermano, condenado a cadena perpetua, aún a costa de abandonar su vida personal y familiar. Nada nuevo vaya.
Su director, Tony Goldwin, más conocido por interpretar al malo de Ghost (gracias por el aporte enana) que por otra cosa, se preocupa de cumplir contando de forma clásica y sin riesgos una historia en algo más de hora y media de metraje. Poco más.

En lo puramente estético la película flojea principalmente por sus aires a telefilm, y pese a los fogonazos de grandes interpretaciones (muy leves), y sobre todo, aunque Swank se empeñe en hacer de esta su Pena de muerte tan sólo consigue acercarse a un Erin Brokovich (eso sí, con ausencia de moralina barata), y es que la relación entre los dos hermanos dentro de una coyuntura de lucha contra el sistema en ningún momento llega a emocionar.

Tal vez sea porque el argumento resulta, a estas alturas un tanto manido, o simplemente porque el conjunto no funciona. No obstante, las interpretaciones de los protagonistas principales consiguen sacar a flote un producto de convencional (y predecible) narración que parecía condenado desde el inicio al ostracismo. Tal y como está la cartelera en estos momentos, vete a verla.




Arkaitz.

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