lunes, 4 de julio de 2011

PEQUEÑAS MENTIRAS SIN IMPORTANCIA


El cine francés golpea de nuevo. Pequeñas mentiras sin importancia, una cinta que llega con gran retraso a las salas españolas, casi con toda seguridad es una de las mejores películas que alcanzaré a ver este año. Pese a su larga duración (154 min) es una de esas historias que tocan diversos aspectos de las relaciones humanas, especialmente relacionadas con la amistad, que finalmente logran dejar un gran sabor de boca, sin caer en el cliché barato, ni adoptar el clásico enfoque frío y distante tan característico de la flema inglesa con títulos como Los amigos de Peter o Regreso a Howards End.

Dirigida por Guillaume Canet (el franchute rompecorazones de “Sólo una noche”), y con un reparto exclusivamente francés, arranca con la fuerza de un huracán. Una escena de apertura reseñable por el contraste día/noche, así como el imborrable plano-secuencia del accidente de tráfico de Ludo. Accidente desencadenante de toda la trama posterior, ya que Ludo es uno de las personas que conforman el grupo de viejos amigos que, como todos los veranos, estaban preparados para pasar las vacaciones en la encantadora casa de verano del exitoso Max. La gravedad de las lesiones de Ludo provocan que la decisión de abandonar Paris resulte mucho más complicada de tomar teniendo en cuenta la componente moral que surge al abandonar el egoísmo.

Pero si por algo destaca Pequeñas mentiras sin importancia, además de por su trabajada trama, es por ser una de esas películas capaces de llevarte desde la risa hacia la lágrima. Y que sin ser innovadora en su puesta en escena, logra ser lúcida e inteligente a partes iguales, dejando prácticamente de lado la inevitable dosis de moralina característica en las tragicomedias, y construyendo algo ya en desuso, personajes sólidos y creíbles.


Arkaitz.

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