
¿Empiezo dando palos? No exactamente. Me explico.
Esta adaptación de uno de los relatos de Philip K. Dick (Blade Runner, Minority Report o Next) es de agradecer por su atrevimiento inicial, y por proponer el desarrollo de una idea que, a mi entender, está muy mal explotada en el cine.
Y no es que Nolfi la explote cómo se merece. Ni mucho menos.
Pretenciosa por momentos, desprende una serie de copia-pegas de Origen, Matrix o The Box, pero no sólo se queda a años luz de estas, si no que además termina por convertirse en una de esas 'películas revuelto' ágiles y entretenidas, pero sin fundamento, que terminas alquilando en el videoclub más cercano en una de esas tardes perezosas.
Pero bueno, tampoco vamos a hacer leña del pobre Nolfi. Seamos justos, quizá el resultado sea culpa de los responsables del espectacular trailer, o simplemente sea de que la historia en sí tampoco da para mucho más.
La historia en cuestión narra con poca fuerza cómo un buen día David Norris, un jóven y prometedor congresista, conoce a una guapa bailarina. Sin embargo, por causas aparentemente inexplicables (a las que a la gente acostumbra a llamar destino), sus vidas se ven condenadas a permanecer extrañamente alejadas.
Pero Norris es más terco que una mula, y no se conforma con empezar a saborear la presidencia del gobierno de los Estados Unidos de América, gracias en parte a una oratoria a lo Moncho Borrajo que (lo que la gente acostumbra a llamar Dios) le ha dado.
En fin, quiere a la Blunt. Y la quiere pero ya. Y la verdad, esto es de lo poco coherente de la película. Vaya par de melocotones!
Por cierto, este conato de romance entre Damon y Blunt no sólo es desafortunado y ñoño, si no que además es forzada y poco creíble.
¿El resto? No quiero ser spoiler, pero es una síntesis de tios con sombrero que atraviesan puertas fantásticas y rápidas transiciones entre escenas que te mantendrán despierto, pero que no llenarán tus inquietudes existenciales.
No se amigos, no quiero aventurarme en esto, pero mucho me temo que se avecina una cosecha de películas del motón...
Ya empiezo a sentir nostalgia del bendito problema de no saber qué elegir al ir a comprar la entrada de esas maravillosas películas pre-oscars.
Arkaitz.
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