lunes, 18 de abril de 2011

CÓDIGO FUENTE

El joven cineasta Duncan Jones vuelve a ponerse detrás de las cámaras (tras su prometedor debut con Moon - una de las mejores películas de ciencia ficción de todos los tiempos -) de la mano de Código Fuente, otro film del género que plantea la posibilidad de meterse en el cuerpo de una persona en sus últimos ocho minutos de vida, y "viajar en el tiempo" reviviendo esos últimos instantes mediante un control informático, denominado Código Fuente, en forma de bucle casi infinito. Una idea con ciertas influencias del Matrix de los hermanos Wachowski y de la genial atrapado en el tiempo pero sin Bill Murray y su inconfundible toque cómico.

Esta historia es contada desde el punto de vista del capitán Colter Stevens (Jake Gyllenhaal), un soldado que forma parte de un programa experimental del gobierno estadounidense, donde se ve atrapado en el cuerpo de un viajero en el tiempo, que revive constantemente un atentado terrorista a un tren, hasta lograr dar con la identidad del autor de la masacre. En sus constantes saltos temporales, Colter será guiado gracias a su única conexión con el mundo "real", una oficial de comunicaciones al mando (Vera Farmiga), quien le enviará una y otra vez de vuelta al tren en cuestión. Tren donde conocerá a Christina (Michelle Monaghan), una pasajera con la que conectará emocionalmente a medida que avanza en esas realidades paralelas, y donde descubrirá la verdad que se oculta detrás de la cortina.

Que los thrillers de ciencia-ficción tienen un atractivo especial es algo incuestionable. Si el resultado total del film es correcto, el tiempo invertido en verla no sólo no será en balde, sino que además proporcionará todo un ejercicio de interactuación pantalla-espectador digno de agradecer. Y Código Fuente estimula la imaginación en su justa medida, dejando que sea tu propia interpretación la que escriba el desenlace y explique los porqués de la historia. Y es que esas son las principales bazas de cualquier historia que toque a los temas del destino, universos paralelos, o lineas espacio-temporales (decántate según tus preferencias). Es aquí donde la ciencia y la metafísica se separan por milímetros, y donde casi cualquier opción es posible. Pero tampoco nos engañemos, con Código Fuente Duncan Jones parece estar creativamente atado de pies y manos por su productora Hollywoodiense.

Pese a todo, y afortunadamente, nos deja entrever algunas de sus inquietudes y detalles artísticos que derivan en una de esas películas inteligentes en su justa medida, que rehuye de los extremos de la pretenciosidad o del cliché barato, y que se preocupa de que el espectador no caiga en el aburrimiento aún sabiendo de antemano que se encontrará ante hora y media de repetitivos saltos temporales. Por contra, el comentado tufillo a americanada, los giros de guión más o menos predecibles, o el hecho de añorar la fuerza visual y la claustrofóbica sensación de Moon (Clint Mansell y Sam Rockwell mediante), debilitan y restan credibilidad al conjunto. Pero, y para ser justos, una película notable y muy recomendable dado el estado de la cartelera actual.


Arkaitz.

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