lunes, 14 de marzo de 2011

MÁS ALLÁ DE LA VIDA

Más allá de la vida es la última película bajo la dirección del gran Clint Eastwood, que cuenta las historias paralelas de tres personajes aparentemente separados (aunque sólo sea por la distancia), pero que sin embargo han tenido sendas experiencias cercanas a la muerte.

Eastwood pretende adentrarse en el campo de los sentimientos, dudas y temores de un tema de tan libre interpretación como es la muerte y qué hay más allá de la oscura túnica de la parca.
Pretende, pero no lo consigue.
Y, pese a que le respeto y admiro profundamente, bien es cierto que desde Mystic River el bueno de Clint no consigue convencerme sin tener que recurrir a lágrima fácil. 8 años han pasado desde entonces. Dónde quedan aquellos maravillosos 90, en los que nos brindaba en tres años consecutivos con las brillantes Sin perdón, Un mundo perfecto y Los puentes de Madison. Ahora en cambio tenemos que conformarnos con enlazar del tirón Gran Torino, Invictus y Más allá de la vida. Igualito que comparar a Dios con un gitano. Pero tampoco vayamos a perder la esperanza ahora.

El inicio de Más allá de la vida es francamente impresionante. La recreación por ordenador del tsunami que arrasó Bali bien merece una nominación a los mejores efectos especiales. Digo más, por que la secuencia apenas dura 5 minutos, que si no a buen seguro que se hubiese llevado esa única estatuilla a la que optaba.

Tras este prometedor arranque, la película decae en intensidad y aumenta en ñoñez. Factor este último que curiosamente encaja a la perfección con el aire que despierta Damon.
Tampoco se hace especialmente aburrida y se puede soportar sin tener que mirar mucho el reloj, pero a buen seguro que no va a aportarte ninguna visión del más allá que no hayas visto ya en otras películas o en algún programa de Iker Jiménez.
A partir de ahí viene una alternancia de escenas de unos 8 minutos para cada uno de los tres personajes. Siempre en el mismo orden. Primero la emprendedora periodista, después el introvertido muchacho, y por último el médium interpretado por Damon.
Poco a poco va profundizando sin demasiados alardes en la idea que ronda a Eastwood desde que nació. La soledad de la raza humana.

Mención especial a una radiante Bryce Dallas Howard que enamora con sólo mirarla. Lo siento, no sabía muy bien donde meter esta cuña.

Los minutos pasan, y el guión (por instantes francamente cogido por los pelos) provoca que con algunos diálogos forzados te hacen recordar que estás en una sala de cine viendo una película. Te sacan de la pantalla y todo fluye hacia una sucesión de imágenes carentes de fuerza e impacto emocional. Factor este último que curiosamente encaja a la perfección con el concepto de interpretación que ha interiorizado Matt Damon desde que se inició en esto. Aunque, siendo justos en ésta película resulta bastante más creíble que sus personajes en Destino Oculto o en la olvidable Invictus.
En cuanto al final del film... En fin, resulta evidente que los tres personajes van a terminar por encontrarse, ¿no?. Tan solo nos quedaba el cómo.
Y el cómo no es ningún giro repentino e inesperado. Más bien podría ser tachado de previsible y chapucero, pero lo cierto es que habiendo tirado de numerosos tópicos sobre ideas como la luz al final del tunel y charlas extrasensoriales, pues tampoco es que esto te pille por sorpresa.
Con todo esto, y sin tratarse de una mala película, podríamos considerarla sencillamente como prescindible.


Arkaitz.

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