sábado, 15 de mayo de 2010

TWO LOVERS



A menudo, un servidor acostumbra a entrar al cine casi a tientas, confiándose a la suerte de un trabajo bien realizado por un grupo de innumerables artistas.
Como sabeis, el resultado la mayoría de las veces suelen ser unos cuantos euros malgastados y la añoranza de tiempos cinematográficos pasados (que siempre fueron mejores).
Pero muy de vez en cuando aparecen pequeñas joyas, esperando a ser contempladas.
A bote pronto, a la mente me llegan situaciones similares semi-recientes como Last Chance Harvey, The Wrestler o la mística de Wong Kar Wai en su primera incursión yankee con la injustamente desapercibida My Blueberry Nights.
Pero me ceñiré a lo que ahora corresponde. ¡Menudo sorpresón el de Two Lovers!
Un film que con muy poca cosa, y sin salir de un puñado de decorados del añejo Brooklyn nos brinda con una de esas historias agridulces, de las que te dejan tocado sin llegar a la congoja de la lágrima fácil, pero que resulta imposible quitársela de la cabeza.
Y es que la película es brillante de principio a fin, de esas que le hacen a uno sentirse especial por lo que está presenciando. A saber:
Película en cartel, semi-independiente, de las que plasman dosis de realidad a borbotones, historia cruda y amarga, sentimientos a flor de piel, interpretaciones soberbias, banda sonora que acompaña a la perfección, transiciones adecuadas, ritmo convincente, pausas oportunas, climax trágico y un final literalmente a gusto del consumidor.

La trama nos presenta a Leonard Coen (sí, yo también me he dado cuenta), un hombre de unos treinta y pocos, de aspecto desaliñado, a la deriva, caminando con desgana por la bahía hasta que decide saltar desde el muelle para acabar de una vez por todas con su hastío vital. De nuevo.
Pero el ser humano, por naturaleza está diseñado para la supervivencia, así que cómo es lógico salió de esta y retornó visiblemente humillado a su hogar paterno. Otra vez.
Familia la suya de origen y tradiciones judías (con ese apellido la verdad es que estaba a huevo) más que arraigadas.
En estas, su padre pretende prolongar su negocio común con otra familia judía casando a sus respectivos hijos, es decir a Leonard y a la bellísima Sandra (Vinessa Shaw), una mujer interesada en Leonard de antemano y simplemente perfecta a los ojos de cualquier hombre que no esté enamorado de otra mujer.
Esta no es otra que la nueva vecina de la comunidad, Michelle (la siempre encantadora Gwyneth Paltrow), sencillamente irreconocible en el film por su interpretación de una dama tremendamente vulnerable, autodestructiva, y visiblemente atormentada por su relación con un hombre casado y con hijos.
Leonard se queda automáticamente prendado de ella, de forma que la historia avanza de manera fluida por dos vertientes:
Por un lado el conveniente asentamiento de su relación con Sandra, cada vez más formal y rutinario, y por otro el sufrimiento con el intento de conquista del frágil corazón de Michelle.
Todo converge hasta un cruce de caminos en el que Leonard tendrá que tomar la decisión más importante de su vida, generando un final que difícilmente dejará indiferente a nadie.

..."Estas son las películas que a mi me gustan". Me repetía a mi mismo al volver a casa.
Son aquellas que te recuerdan que a menudo el buen cine sigue ahí esperando al que sabe buscar y encontrar, una de esas cintas en las que las ironía y metáforas de la vida se presentan sutilmente en forma de fotogramas proporcionándonos toda una gama de valores y puntos de vista a elegir en función de los dictámenes de nuestro (con frecuencia) aletargado corazón.

Me gusta:
-El personaje de Leonard magistralmente interpretado por Joaquin Phoenix, un ser atrapado por su corazón herido por una pasada relación frustrada y por una etapa de transición en su vida que no parece tener fin.
Con enfermedad psicológica diagnosticada, emocionalmente inestable, inseguro, introvertido, tímido pero cariñoso hasta la ternura, su personaje enseguida despierta la empatía suficiente para acompañarlo en su aventura hasta su desenlace dramático.
-Las más que sobrias interpretaciones de Paltrow y sus secundarios (destacando a la omnipresente Isabella Rossellini, más conocida por ser el objeto sexual del Dennis Hopper en la obra maestra de mi admirado David Lynch en Blue Velvet)
-La delicada puesta en escena de James Gray (La otra cara del mal, La noche es nuestra), un director al que a partir de ahora seguiré más de cerca.
No me gusta:
-Pensar que esta es la última actuación del rapero barbudo.

NOTA: 8,8

P.D: Aquí os dejo una pequeña maravilla:

Arkaitz.


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